“La hormiga, el colibrí y la ardilla”

 

En un bosque lleno de cantos y colores, vivían tres amigos muy distintos: Doña Hormiga, el Colibrí Dorado y la pequeña Ardilla Parda.

Doña Hormiga era incansable. Desde el alba hasta el anochecer, trabajaba sin descanso, almacenando hoja tras hoja, grano tras grano. Su hormiguero era el más abastecido del bosque.

—“Un día, cuando envejezca, dejaré de trabajar y disfrutaré de todo esto”, decía mientras sudaba. Pero nunca se detenía a mirar una flor, ni a saborear una fruta madura. Siempre decía:

—“Primero el deber, luego el placer… algún día”.

El Colibrí Dorado, por otro lado, revoloteaba de flor en flor cantando y celebrando cada día como si fuera el último.

—“¿Guardar? ¿Para qué? La vida es un vuelo fugaz”, repetía entre risas. Cada vez que conseguía néctar o un fruto dulce, lo compartía, lo bebía y seguía su vuelo.

No le importaban las estaciones ni los días que vendrían. Para él, el futuro era incierto y el presente, un regalo.

La Ardilla Parda, en cambio, saltaba entre ramas recolectando nueces con alegría. Guardaba algunas en su árbol, pero también se detenía a ver la puesta de sol, a oler las flores y a reír con sus amigos.

—“Trabajo con gusto, disfruto sin culpa, y guardo un poco para cuando las hojas caigan”, decía con una sonrisa.

Pasaron los años y el invierno llegó sin aviso.

Doña Hormiga tenía su despensa llena… pero su espalda cansada y su corazón vacío. Miraba por la puerta sin saber qué hacer con tanto, ni con quién compartirlo.

El Colibrí Dorado, sin reservas ni fuerza para volar, se quedó temblando en una rama desnuda, deseando haber guardado algo de todo lo que había derrochado.

La Ardilla Parda, en su cálido nido, comía tranquila sus nueces. A veces salía a compartirlas con otros, y otras se quedaba junto al fuego recordando los buenos momentos que vivió.

Moraleja:

Ni el exceso de previsión ni la falta de ella dan paz al corazón. La verdadera sabiduría está en trabajar con equilibrio: vivir el presente con alegría, sin olvidar que el invierno siempre llega.