A la mujer eterna

Mujer que nace luz en la mañana,

que abraza con su voz y su ternura,

que lleva en su mirar la fe temprana,

y en cada paso es alma con dulzura.

 

Es brisa en el dolor, fuerza en la pena,

refugio en soledad, fuego en la espera,

camina con el mundo entre sus venas

y alienta sin saber cuánto supera.

 

Sus manos son abrigo sin medida,

su pecho guarda el sol de mil pasiones,

su risa es melodía que da vida,

sus ojos, dos sinceras bendiciones.

 

Mujer que siempre ha sido compañera,

columna del amor, flor verdadera,

la historia tiene forma en su bandera,       

¡y el mundo en su latir halla frontera!

 

Es llama que no cesa en la tormenta,

es paz cuando el dolor marca la piel,

es canto que la vida representa,

es luna que acaricia con su miel.

 

 

Sus pasos son poema en movimiento,

su voz, un canto antiguo y celestial,

con cada gesto enciende el sentimiento,

con cada amor transforma lo mortal.

 

 

Por ella el mundo gira con sentido,

por ella el bien renace en cada historia,

su ser es un milagro compartido,

¡mujer, tú eres la llama de la gloria!