En un rincón tranquilo del océano vivía Azul, un pez pequeño pero soñador. Mientras los demás peces jugaban entre corales, él miraba hacia la superficie, fascinado por las aves que volaban libres en el cielo.
—¡Qué maravilla debe ser volar! —suspiraba—. Si pudiera tener alas, dejaría atrás este mar.
Cada día intentaba saltar más alto, buscando tocar el aire, pero siempre volvía al agua con un chapuzón.
Los otros peces se reían:
—¡Peces no vuelan! ¡Aceptalo, Azul!
Pero Azul no se rindió. Un día, una tormenta lo lanzó fuera del agua… y por un instante, sintió el viento en las escamas y el cielo muy cerca. Luego cayó de nuevo al mar, agitado, pero con el corazón lleno.
Desde entonces, dejó de mirar el cielo con tristeza. Comenzó a explorar cuevas escondidas, arrecifes de colores y corrientes misteriosas. Descubrió que, aunque no podía volar, su mundo tenía maravillas que aún no conocía.
Moraleja:
A veces deseamos lo imposible sin ver lo hermoso que ya tenemos alrededor. Los sueños nos empujan… pero el valor está en descubrir lo que somos capaces de hacer donde estamos.
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