Desde el primer suspiro que oyó en la cuna,
su alma se volvió guardián del día.
Firme como el roble, aun en la bruma,
cuidaba con amor y valentía.
Jugando a ser león, dragón o estrella,
pintó de magia cada amanecer.
Fue río que enseñó a cruzar la huella,
y faro en las tormentas del crecer.
Sus manos, fuertes, fueron nido y muro,
su voz, abrigo en noches de temor.
Camino claro, solido y seguro,
que aún sin verlo, guía con su amor.
Crecimos como el árbol con su guía,
ramaje al sol, raíces en su fe.
Y aunque el tiempo en las sienes se vacía,
su sombra nos protege, aún de pie.
Hoy somos padres y él sigue enseñando,
en cada gesto, en cada decisión.
Como la luna sigue vigilando,
aunque ya no esté en nuestra dimensión.
🌟 Para los que partieron, va esta flor:
Son viento que acaricia la mejilla,
son lluvia que acompaña el interior,
y estrellas que alumbran la orilla. 🌟
A todos los padres, vivos o ausentes,
honramos su amor incondicional.
En cada paso, están siempre presentes,
como el sol que vuelve, fiel y vital.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
TU OPINIÓN ES IMPORTANTE.....