Diez años han pasado como el río,
sereno a veces, otras con torrente,
y aunque no todo ha sido claro y frío,
nuestro amor ha seguido tan valiente.
Fuimos raíz en tierra removida,
fuimos roble en medio del dolor,
mas cada lucha ha sido compartida,
mano a mano, construyendo el honor.
No todo lo que ansiamos fue ganado,
pero otras cosas dulces conquistamos,
tesoros invisibles del pasado,
que solo tú y yo juntos valoramos.
Como el sol que, aunque nuble, no se apaga,
como el mar que resiste la tormenta,
nuestro amor florece y no se embriaga,
y su luz infinita se sustenta.
Carmen y Mauro, amor eterno escrito,
como estrella que nunca se extravía,
en el cielo de un destino bendito,
brillando aún más con cada nuevo día.
Y cuando el tiempo nos pinte las sienes,
y nuestras manos arrugadas reposen,
que la muerte respete los bienes
de un amor que ni los siglos destrocen.
Mi alma en tu alma, sin temor, se sostiene,
y al partir, tu amor será mi despedida.
Te miraré a los ojos porque el final ya viene,
y te diré: sí... eras el amor de mi vida.
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