EL RUGIDO DEL BOSQUE

 



Mientras el valiente gato negro seguía su viaje por el espeso bosque, un sonido estremecedor lo hizo detenerse.

No era un rugido de furia, era un lamento profundo, triste, como si el bosque mismo llorara.

Con las orejas en alto y la cola erguida, siguió el sonido escabulléndose entre ramas y hojas.

Pronto encontró el origen de aquel rugido, un enorme oso de pelaje brillante atrapado en una jaula de hierro. Sus ojos reflejaban dolor y resignación.

Cerca de allí, un campamento desordenado, con señales claras de que había cazadores furtivos cerca. Querían al oso por su hermosa piel, pero el gato no iba a permitir.

Sin hacer ruido, se acercó. Usó un barril como apoyo y trepó con agilidad felina hasta alcanzar el candado. Con paciencia, garras y un poco de suerte, logró quitar el seguro de la jaula clak la puerta, se abrió lentamente.

El oso a un incrédulo, dio unos pasos hacia afuera y entonces, pero esta vez con fuerza y con toda su energía, destruyó el campo. Las trampas, derribó las tiendas y lanzó al suelo todo lo que los cazadores habían dejado atrás.

El gato observaba todo desde un tronco con una sonrisa en su hocico.

Cuando todo terminó, el oso se acercó al pequeño héroe. Se miraron, no dijeron nada, pero se entendieron perfectamente.

El gato saltó sobre su lomo y juntos se internaron en el bosque, desapareciendo entre la bruma del amanecer.

Desde ese día, el oso llevó en su corazón la valentía de un pequeño gato negro que salvó su vida.


A veces los corazones más valientes vienen en cuerpos pequeños y las amistades más grandes nacen en los momentos más difíciles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

TU OPINIÓN ES IMPORTANTE.....