EL REENCUENTRO INESPERADO.

 


El reencuentro inesperado


Después de tantas aventuras, el gato negro, llegó a un lugar que no había visto en mucho tiempo: el mar. Frente a él, una playa dorada y brillante, con olas suaves que acariciaban la orilla y una brisa salada que le despeinaba los bigotes.


Caminando por la arena, el gato divisó a lo lejos una pareja que reía y jugaba bajo el sol. El corazón se le aceleró... ¡se parecían tanto a sus padres humanos! Sin pensarlo, corrió hacia ellos con emoción en sus ojos.


Pero... cuando estuvo cerca, se dio cuenta de que no eran ellos.


Se detuvo en seco. Bajó la cabeza, con las orejas caídas y el alma hecha pedazos. Su esperanza se había desvanecido.


Con el corazón pesado, subió lentamente hacia un acantilado. Desde allí, contempló el océano infinito... y los recuerdos llegaron como olas: sus padres abrazándolo, las tardes junto al fuego, el olor de su cama, su hogar.


Lágrimas silenciosas rodaron por su rostro peludo. Se sentía solo. Agotado. Tal vez… era hora de rendirse. Tal vez… se quedaría allí para siempre.


Pero justo cuando la tristeza era más grande… una patita tocó suavemente su espalda.


—¿Gato?


El felino volteó... y sus ojos se abrieron de sorpresa y alegría.


¡Era el cachorro que había salvado de la alcantarilla!


El perro, ahora un poco más grande, movía la cola con fuerza. —¡Te he buscado por todas partes! No podía dejar que te quedaras solo. Vamos… regresemos. Tal vez tus padres ya hayan vuelto.


El gato sintió que algo en su pecho se encendía de nuevo. Sonrió. Tal vez no estaba todo perdido.


Junto al cachorro, bajó del acantilado y miró una vez más el mar. Luego, con paso firme, comenzó el viaje de regreso.


La gran ciudad los esperaba… y con ella, quizás, un nuevo destino.


"Cuando crees haberlo perdido todo, una amistad verdadera puede devolverte las fuerzas… y el camino a casa."


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