EL PUENTE DE LA CONFIANZA



La niebla cubría el Valle. El amanecer apenas asomaba entre los árboles y allá suspendido sobre el vacío, un pequeño corazón temblaba.

Era sólo un ciervo bebé atrapado por una cuerda en medio de un viejo puente colgante, y cada crujido de la madera parecía el último.

El viento silbaba, las cuerdas gemían y sus ojos llenos de pánico, pedían auxilio al cielo. Pero no fue el cielo quien respondió, fue él desde la bruma.


Una silueta negra emergió grande, majestuosa, con ojos que no conocían el miedo.

El gato, con su cola erguida como bandera de valor, pisó el primer tablón. Cada paso era una batalla, cada tabla, una amenaza. Pero no dudó.

Cuando llegó, el ciervo lloraba, pero el gato no rugió, sólo maulló suave, como diciendo confía.

Con paciencia, con firmeza, rasgó la cuerda y cuando el nudo se dio, el pequeño cayó, pero no al vacío, cayó en sus patas en sus brazos.

El puente crujió más fuerte, el tiempo se acababa...corrieron juntos uno con patas pequeñas el otro con firmeza...y justo cuando la última cuerda se rompia... saltaron.

En tierra firme....el siervo lo miró ya sin miedo y entre susurro, sin palabras, nació algo sagrado, un vínculo, un pacto silencioso, porque a veces...

Cuando el Mundo se parte en dos, sólo el amor puede hacer de puente.

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